Publicada

A sus más de setenta años, Tomás Torres Cebada sigue investigando y publicando con la misma energía que cuando comenzó su extensa carrera en la química orgánica. Ahora lo hace, además, formando a las nuevas generaciones de científicos y con una estantería repleta de reconocimientos y galardones. El último de ellos, el Premio Nacional de Investigación 'Enrique Moles' 2024, el máximo honor en el ámbito científico-técnico en nuestro país.

“Recibir este premio ha sido un honor enorme, no solo a nivel personal, sino también como reconocimiento al trabajo colectivo de muchos investigadores con los que he colaborado a lo largo de los años”, señala Torres, en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL. “La química orgánica en España ha pasado de tener una fuerte base académica a convertirse en un motor clave de innovación en sectores como los materiales avanzados, la biomedicina o la energía sostenible”.

Catedrático Emérito de Química Orgánica en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y científico senior en el Instituto IMDEA Nanociencia, Torres es uno de los mayores expertos a escala internacional en el diseño de materiales moleculares aplicados a la energía, la medicina y la electrónica del futuro.

En sus inicios, Torres centró su investigación en la síntesis de compuestos con propiedades ópticas, electrónicas y fotofísicas avanzadas. Su carrera dio un giro definitivo al descubrir el potencial de las ftalocianinas, compuestos orgánicos aromáticos con aplicaciones que van desde la captación solar hasta la terapia fotodinámica contra el cáncer.

“Empezamos casi desde cero para adaptar y perfeccionar métodos de síntesis orgánica que nos permitieran modificar estas moléculas. Hoy, nuestra investigación combina el rigor de la química con la ingeniería de materiales para responder a los desafíos tecnológicos actuales”, explica.

Referencia en fotovoltaica molecular

De hecho, Tomás Torres ha aplicado con éxito sus desarrollos al campo de la fotovoltaica molecular. Sin ir más lejos, su grupo de investigación fue pionero en desarrollar nanoestructuras dador-aceptor basadas en ftalocianinas, incorporando componentes como fullerenos, nanotubos de carbono o grafeno, que mejoran la transferencia de carga y la eficiencia energética. También diseñaron colorantes de alto rendimiento como el TT1, referencia mundial en células solares sensibilizadas por colorante.

“Hemos trabajado en todo tipo de arquitecturas: desde las células tipo Grätzel, donde descubrimos fenómenos como la catálisis de recombinación y el uso de colorantes para transferencia de energía, hasta estructuras invertidas que usan subftalocianinas como aceptores no fullerenicos. Alcanzamos eficiencias superiores al 20% en células de perovskita”, aterriza el investigador.

Sin embargo, reconoce que para una adopción masiva aún hay retos: “Hace falta garantizar la escalabilidad y la estabilidad de estos compuestos en condiciones reales. No basta con obtener buenos resultados en el laboratorio; hay que traducirlos en soluciones comerciales duraderas y económicamente viables”.

Impacto en la medicina del futuro

No es el único ámbito al que Tomás Torres ha dedicado sus esfuerzos académicos e investigadores durante su extensa carrera. En ese sentido, el premiado científico también ha buscado aplicar sus trabajos con ftalocianinas y dendrímeros funcionalizados en terapias fotodinámicas, para tratar enfermedades cardiovasculares o cáncer.

En concreto, Torres y su equipo han explorado el uso de cápsides de virus como vehículos terapéuticos, y están trabajando actualmente en sistemas de liberación controlada con anticuerpos monoclonales y fotosensibilizadores.

“Los híbridos anticuerpo-fotosensibilizador permiten una acción terapéutica muy precisa, minimizando el daño a los tejidos sanos. Ya hay estudios preclínicos y ensayos clínicos en marcha que podrían transformar la oncología personalizada”, afirma orgulloso.

Y hay más: su investigación ha llevado asimismo al diseño de sensores moleculares ultrasensibles, gracias a la funcionalización de nanomateriales que mejoran su interacción y estabilidad: “Esto permite desarrollar dispositivos biomédicos con mayor capacidad diagnóstica y terapéutica, acercándonos al concepto de sistemas teragnósticos”, señala.

Nuevos materiales que dialogan con el cuerpo

La carrera de Torres no se entiende sin su dimensión internacional. Ha realizado estancias en el Instituto Max Planck de Alemania, ha trabajado en la industria farmacéutica y ha colaborado con decenas de grupos internacionales. “La interdisciplinariedad ha sido fundamental. Trabajar con físicos, biólogos o ingenieros permite abordar los retos desde múltiples ángulos”, defiende.

Buena prueba de ello es su labor en IMDEA Nanociencia, donde desarrolla materiales híbridos para optoelectrónica y síntesis en superficies, con el objetivo de crear dispositivos orgánicos más sostenibles y eficientes. “Uno de los grandes retos es lograr esa eficiencia sin comprometer la estabilidad ni la sostenibilidad de los materiales. Pero los avances de los últimos años nos acercan a una optoelectrónica orgánica real y viable”.

Su optimismo no se queda ahí, sino que lo extiende a muchas otras aplicaciones que, considera, marcarán la próxima década: “Vamos a ver desarrollos clave en almacenamiento de energía con nuevas baterías, en captura y conversión de CO₂ mediante materiales híbridos, y en biomedicina con materiales bioinspirados que imiten sistemas biológicos”.

En ese camino, explica Tomás Torres, nos tendremos que habituar a hablar de hidrogeles inteligentes, nanopartículas dirigidas o dispositivos electrónicos biodegradables: “Estamos diseñando materiales que literalmente ‘dialogan’ con el cuerpo humano. Es una revolución”, presume.

Y en todos esos avances, seguirá estando presente este científico, porque asegura que no piensa bajar el ritmo: “Sigo teniendo la misma energía y entusiasmo por la investigación. Este premio no marca el final de una etapa, sino el impulso para seguir explorando nuevas fronteras”.

Curiosidad y rigor

Con más de 470 artículos científicos, 40 tesis dirigidas y decenas de patentes, Tomás Torres no ha perdido su vocación docente. Una labor que ya se interrelaciona y funde con su propio rol de referente al que seguir en este campo. Por ello es tan crucial el mensaje que lanza a sus discípulos, actuales y futuros.

“A los jóvenes científicos les diría tres cosas: curiosidad y aprendizaje continuo, apertura a la colaboración interdisciplinar y, sobre todo, rigor y creatividad. La ciencia necesita tanto precisión como capacidad de pensar de forma original”, concluye.